La semana pasada se dio la oportunidad de platicar con el Director Regional de una empresa que produce aparatos electrónicos. Me compartía como se volvía una odisea encontrar al personal indicado a pesar de tener un extenso y capacitado equipo multifuncional de recursos humanos ya que al hablar de personas, hablamos de imperfección y el ser humano por naturaleza es imperfecto, pero con una gran capacidad de aprendizaje.
En la plática salió la historia de Juan, un Gerente de Operaciones que no tenía experiencia previa manejando plantas de manufactura y tampoco había dirigido una plantilla tan numerosa de colaboradores, y que por su sola hoja de vida no se nos ocurriría postularlo para una vacante así. Sin embargo Juan llegó a cubrir un puesto que había tomado más de 1 año cubrir y por el cual habían pasado 7 personas en 5 años, todos con experiencia «técnica» suficiente.
Cuentan que los gerentes que renunciaron no aguantaban a los supervisores, y era más sencillo cambiar de gerente que de supervisores por el perfil técnico tan específico .
En una reunión, el Departamento de RH y la Dirección empezaron a analizar cada uno de los expedientes y coincidieron que lo que necesitaban era un perfil capaz de alinear a todos en la fábrica a una misma visión de empresa, pues los supervisores tenían cada uno su propia visión y políticas.
Entonces entendieron que el perfil que buscaban debía tener como fortaleza la inteligencia emocional y habilidades sociales. Curiosamente esto era ya una prueba que siempre aplicaban a los candidatos pero que a la hora seleccionar no le daban gran peso.
A Juan lo seleccionaron por su gran carisma con la gente, lo cual se reflejaba en su evaluación de inteligencia emocional.El resultó ser una persona con capacidad de comprender a los demás al punto de saber cuáles son las cosas que les motivan y cuáles no, descifrando así una mejor forma de cooperar con ellos. Actualmente es uno de los mejores gerentes de la empresa, según dice la gente y los números sobre sus resultados.
¡Sonríe! Paty Vargas