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Cuando era pequeña creía que el patio de mi abuela era el patio más grande del mundo, también pensaba que si usaba mis alas de campanita podría volar, las usé y terminé en el hospital.

Una de las historias que más me recuerdan que la rutina pone en riesgo no solo el crecimiento sino también la permanencia de la empresa es la historia de Mati directora de una empresa de paquetería que convocaba cada mes a su equipo a una “junta de creatividad” que cómo su nombre lo indica era una reunión para innovar y cuestionarse todo, lo curioso era que siempre dicha junta finalizaba con la siguiente frase no vamos a empezar a experimentar ahora, seguimos con el plan ya establecido”.

Mati era fan de seguir modelos de conocimientos aceptados  durante años sin ser cuestionados a pesar de que al seguirlos no se lograba el resultado esperado, le daba un temor profundo el cambiar la forma  de operar la empresa que con mucho esfuerzo fundó su papá, tenían inquietudes pero nunca pasaban a la acción, solo se quedaba en una idea.

El desafiar los paradigmas que estaban arraigados en la mente de su padre y de varios de los gerentes que tenían más de dos décadas operando en la empresa le resultaba sumamente difícil. Hace unos meses me enteré que la empresa dejó de ser una de las primeras opciones para envío de paquetes. Recordé a Kodak y Blockbuster, empresas que quizás si hubieran dejado un poco sus creencias atrás y hubieran cambiado su forma de ver el negocio seguro estarían vigentes. Lo mejor que podemos hacer es siempre vivir con la duda.

Con la duda de si lo podemos hacer mejor, si habrá otras formas más sencillas de llegar al resultado, cuestionar en que estamos equivocados nos abre la posibilidad de crecer.

Aprender es experimentar. Cambiar la fórmula las veces que sea necesario hasta lograr el resultado, podría ser algo  así como desaprenderse de lo aprendido para dar paso a nuevas formas de resolver y accionar.

Comprendí no que hay una verdad absoluta, hay mil y un formas de hacer las cosas, descubrí  después de un buen golpe que obviamente con alas o sin alas no puedo volar de la forma que de niña creía, pero encontré otras formas de volar en un sentido más metafórico, por que volar simboliza libertad de definir  mis acciones, invertir mi tiempo en lo que deseo y ser quien yo elijo ser.

¡Sonríe! Paty Vargas